domingo, 5 de diciembre de 2010

Avances tecnológicos: los robots al servicio de la medicina


No solo los hacen con rasgos cada vez más humanos, también existen robots que ayudan en las terapias de las personas mayores, ayudan a los discapacitados o colaboran con los hospitalizados

Por Mario Castro Ganoza

Uno de los robots más tiernos que se hayan fabricado en Japón es, sin duda alguna, la foca bebe Paro, una especie de peluche cuyo primer modelo fue lanzado en el 2003 y que en julio de este año, luego de ocho generaciones de mejoras y experimentos, acaba de cumplir la mayoría de edad, al haber desarrollado completamente todas sus funciones, aseguran sus creadores.
La finalidad por la cual el Instituto Nacional de Avances en Industria, Ciencia y Tecnología (AIST, según sus siglas en inglés) desarrolló a Paro, fue que la pequeña y blanca foca se conviertiera en la mascota y estableciese vínculos afectivos con un público definido: adultos mayores que sufrieran algún tipo de enfermedad que les ocasionara el deterioro de sus capacidades cognitivas o trastornos conductuales. El objetivo de Paro es convertirse en un “gatillo” que haga aflorar en la mente de los ancianos los recuerdos, las sensaciones de confort y bienestar y todo tipo de impresiones psicológicas agradables.
Además de motivar este tipo de respuestas subjetivas por medio de la interacción con su dueño, se ha comprobado científicamente que Paro mejora los signos vitales de los ancianos, debido a la sensación de relajación que le proporcionan al paciente el acariciar, hablar y obtener respuesta de la pequeña foca. Paro también ayuda a que los ancianos mejoren su nivel de comunicación, porque les hace recordar y ejercitar sus actitudes sociales.
Los efectos benéficos de Paro no radican en su condición de robot, sino en lo que representa: una mascota, conforme con la denominada terapia animal, que consiste en la interacción del paciente con algún tipo de mascota para lograr que se relaje, alivie su estrés e, incluso, tenga una ayuda en su rehabilitación física. Esta adorable cría de foca cumple dicha función.
Sin embargo, en la mayoría de hospitales, casas de ancianos, asilos y guarderías no se permiten los animales por temor a las alergias o infecciones que puedan generar en los pacientes. Este es el nicho que Paro se encarga de llenar, porque no es otra cosa que una mascota robot con características mucho más entrañables que el habitual brillo metálico de un robot.
Fuente: El Comercio.